martes, 4 de septiembre de 2012

Margarita Silla (2012-2013)



Ser conscientes de sus manifestaciones fantasmales parece un plan urdido por algún programa de misterios paranormales pero teniendo en cuenta, que en vida se autoproclamaba como hiperactiva, no es extraño su inquietud ectoplasmática.  

La trágica noticia de su muerte nos pilló en plena celebración de una cena de trabajo donde se  intentaba preparar algún tipo de  sorpresa a la mujer de una concejal, conscientemente corrupto. Y es que al descubrir su cuerpo andrógino tumbado en el centro de un parque con los brazos extendidos, con ropa monocroma y sus pies en una extraña postura, como intentando bailar una danza perdida en la noche de los tiempos, comprendimos que aquello no era fruto de un accidente o una casualidad. 

Al comenzar la investigación de ese hecho, adquirí plena consciencia. Este personaje me daría muchos quebraderos de cabeza, sobretodo porque sus actividades en vida se repartían en archivos de medio mundo. Con una vida llena de hitos destacables y experiencias vitales complejas, resumir toda su trayectoria en un par de líneas se convierte en un trabajo  harto complicado, aunque nos centraremos en su última etapa e intentaremos esclarecer las causas que la condujeron a la muerte.

Fue compañera de viaje de un extraño fotógrafo que se dedicaba a retratar rosaledas por europa, se implicó en el activismo feminista y terminó comercializando con mesas de ping pong en una nave industrial de Montreal, antes de llegar a Canarias y habitar un espacio en una antigua fábrica de tabacos abandonada durante una extraordinaria crisis económica.
En un par de ocasiones estuvo implicada en terribles conflictos diplomáticos. Uno de los cuales le llevó a ser disidente de Europa y adquirir la nacionalidad africana como aborigen. 

Sus actividades recientes se centraban en enseñar los derechos fundamentales que se adquieren por ser simplemente ciudadano de un determinado lugar. Se había rodeado de un grupo de exiliados sociales a los que había convencido para gritar esos derechos a viva voz en medio de la calle. Estas actividades supusieron que comenzara a ser vigilada por grupos paramilitares y grupos secretos de investigación pagados por los gobiernos.
La noche de su muerte se encontraba preparando unas bombas “fétidas” que olían a rosas, gominolas, palomitas, chocolate, pan recién hecho, brisa del mar veraniega, hierva y tierra mojada... intentaba trasladar a la gente a través del olfato a la infancia y al mundo de las despreocupaciones. Quería combatir la actitud apática que los duros recortes que la sociedad estaba recibiendo por parte del gobierno, estaba implantando en la sociedad.

Al comenzar esta investigación y visitar su cuerpo inerte en el parque, observe que su cara dibujaba una gran sonrisa. Las personas que afirman haber conseguido contactar con ella, relatan que no ven su rostro, ni siquiera su cuerpo, tan solo un grupo de dientes sonrientes que flotan en el aire y se mueven como bailando de un lugar a otro, prácticamente sin parar. Tal vez esa sonrisa mortuoria tenga algo que ver con este hecho.


No hay comentarios: