miércoles, 3 de diciembre de 2008

Punto de partida... o de no retorno

Hola a todos, antes de nada pedirles perdón por el retraso en la entrega, pero es que me he pensado bastante la idoniedad de plantearles un texto, principalmente porque a lo mejor no es tema atractivo para todos y no es mi línea imponer nada, salvo cuando tengo que hacerlo...
Bueno, yo sigo dando por bueno el tener un tema general como la enfermedad (con todas sus variantes). Así que yo opto por una línea que se acerca a la enfermedad pero como una consecuencia de la propia contemporaneidad y que se plantea en un texto que saqué de un libro que se llama la nueva carne:

De todas formas no quiero que se lo tomen al pie de la letra creo que cada uno puede sacar cosas para adptarlas a su trabajo. En otra entrada les añado imágenes de otros artistas.

Saludos,
Alejandro

Texto de partida (para ver si nos centramos o no...)

Se trata de plantear la exposición en torno a un concepto que agrupe distintas manifestaciones creativas y filosóficas que en los últimos años han transformado el cuerpo humano en un nuevo ente monstruoso, el cual, de forma extremadamente gráfica, mediante pústulas y supuraciones infecciosas, tumores y malformaciones provocadas, cirugía extrema y manipulaciones genéticas, sexo violento y carne apaleada, injertos tecnológicos e invasiones víricas, expresa terrores que desde siempre anidan en el alma humana, Miedos viejos bajo envoltorios nuevos.

¿Y cuáles son esos miedos? El temor del cuerpo mutilado, a la transgresión de las fronteras corporales (interior-exterior). Vivimos en una situación en la que la integridad física y psíquica del ser humano está continuamente en entredicho. A los monsruos que nacen se unen, entonces, los que la sociedad fabrica (guerra, accidentes, crueldad, psicosis...). La unidad del ser humano se rompe y se instituye el desorden, el caos y lo impuro. Lo monstruoso es entonces lo intolerable, aquello que hace nacer en nosotros el horror, la angustia. A lo que cabe añadir la disgregación del cuerpo como supresión de todos los vínculos con la realidad, alejándolo de la arquetípica metamorfosis que lo transforma en otra cosa, dando lugar a lo informe, que niega que cada cosa tenga su propia forma, imaginar que el sentido se ha vuelto sin forma... Los límites de los términos no son trascendidos, simplemente trasgredidos o rotos produciendo lo informe por la delincuencia, la putrefacción o el pudrimiento.

Superada la mórbida fascinación victoriana por la carne deforme y tumefacta de los freaks que, de feria en feria, se exhibían ante los ojos de un público aún marcado por el puritanismo religioso, la Nueva Carne es una monstruosidad que reniega del folclore y de la mitología, de la moralidad y de la lógica. La Nueva carne, ya sea a través de la pintura, la fotografía, la performance o el comic hace que el infierno sea algo físico, no imaginado. Así pues, uno de sus principales méritos consiste en su habilidad para crear monstruosidades creíbles y tangibles. Sus monstruos son posibles, tienen las proporciones adecuadas. Ninguna sensibilidad artística anterior se ha arriesgado tanto en el camino de la realidad grotesca. Todas esas contorsiones, caras bestiales, ciudades derrotadas por el progreso son profundamente humanas. Es difícil precisar el punto en que la realidad y la fantasía se confunden.

Un ejemplo claro de estos preceptos es el cine de Cronenberg que ofrece un corpus temático y estético más definido que el de otros artistas torturados por las mismas obsesiones. Aunque, como demuestran personajes como Giger, Witkin, Baker o Wood puede palpitar bajo conceptos y formas de expresión sumamente paradójicos, abarcando manifestaciones como la pintura, grabados, fotografías, performance, Body Art o las prácticas de Necro Art.

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